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Sarcopenia y Ejercicio Físico

Volvemos a la carga con un nuevo post y esta vez nos centramos en la sarcopenia. ¿ Sabes qué es la sarcopenia? ¿Qué impacto tiene en la sociedad? ¿Qué mecanismos la causan? ¿Qué consecuencias tiene para la salud? ¿Cómo se diagnostica? ¿Qué podemos hacer al respecto para prevenirla/revertirla? Pues en esta nueva entrada, abordaremos todas estas preguntas y posibles dudas que tengas al respecto.

Si te gustaron los post anteriores, este tampoco te va a defraudar. Seguro que alguno de los aspectos tratados serán de tú interés y, si más no, entre todos aprenderemos nuevos. 

¿Qué es la sarcopenia?

El término de sarcopenia fue propuesto por el Dr. Irwin Rosenberg en 1989. Este proviene del griego “sarx” (carne) y “penia” (pérdida). A pesar de la falta de una definición ampliamente aceptada para su uso en investigación y práctica clínica, la sarcopenia hace referencia a una generalizada y progresiva pérdida de masa muscular y fuerza que ocurre durante el envejecimiento o al llevar un estilo de vida sedentario con posible riesgo de resultados adversos como discapacidad física, mala calidad de vida y muerte.

Prevalencia de la sarcopenia

En este apartado, vamos a aportar una serie de datos para conocer la magnitud de esta patología y poder ubicarla en cuánto a afectación. Así, en este estudio, encontraron un 13% de sarcopénicos a la edad de 65 años, un 24% a los 70 años y hasta un 50% en los mayores de 80 años.

En otro estudio más actual, encontraron que la prevalencia de sarcopenia en hombres y  mujeres de 65 a 89 años fue del 21,8% y del 22,1%, respectivamente.

No obstante, hay que comentar que según el logaritmo y/o método de diagnóstico establecido, los resultados pueden variar significativamente entre grupos de edad, sexo y población.

Para intentar poner un poco más de orden en estos datos, en esta revisión sistemática, el Grupo de Trabajo Europeo sobre Sarcopenia en Personas Mayores (EWGSOP, sus siglas en inglés; European Working Group on Sarcopenia in Older People), estimaron que esta era del 1 al 29% (hasta 30% en mujeres) para adultos mayores, del 14 al 33% (hasta 68% en hombres) para quienes viven en sitios de cuidado a largo plazo, y del 10% para aquellos que están en atención hospitalaria aguda.

A modo de resumen y con valores absolutos, este grupo, incluso con una estimación conservadora de prevalencia de sarcopenia, estiman que afecta a más de 50 millones de personas en la actualidad y afectará a más de 200 millones en los próximos 40 años.

Causas de la sarcopenia

Como en muchas otras patologías, la sarcopenia es el resultado de la interacción de varios factores. No obstante, se podrían resumir en cuatro:

Factores del sistema nervioso central: con los años se van perdiendo unidades motoras (conexión entre la neurona y el músculo) alfa de la médula espinal, lo que provoca atrofia (debilidad) muscular.

Factores musculares: se originan cambios en la contractibilidad y biología de las células musculares a causa de la edad. En otras palabras, se produce una pérdida de fuerza y un descenso del número de células musculares, afectando a la masa muscular. En un estudio en ratones, se observo que una de las causas que explica la sarcopenia es que un grupo de proteínas de las células musculares experimenta pérdida de calcio, lo que activa una cascada de reacciones que finalmente limitan la capacidad de contracción de las fibras musculares.

Factores hormonales: con el envejecimiento descienden los niveles de hormonas anabolizantes (responsables, entre otros aspectos, del aumento de la masa muscular y crecimiento de componentes celulares y de tejidos corporales), como la hormona del crecimiento (GH, sus siglas en inglés), testosterona y estrógenos, lo que produce una atrofia muscular. Además, frecuentemente con la edad existe un estado de “inflamación subclínica” que hace que aumenten los niveles de ciertas proteínas que actúan como mensajeras químicas y, entre otras funciones, están vinculadas a la inflamación, provocando una pérdida de aminoácidos en el músculo, por lo tanto, de masa muscular.

Factores de estilo de vida: una vida sedentaria produce una mayor y más pérdida de músculo que una vida activa con ejercicio físico.

Categorías de la sarcopenia según la causa

El Grupo de Trabajo Europeo sobre Sarcopenia en Personas Mayores estipula cuatro categorías:

Sarcopenia primaria. Sarcopenia relacionada con la edad.

Sarcopenia secundaria. Sarcopenia relacionada con la actividad. Puede ser resultado del reposo en cama, estilo de vida sedentario, falta de acondicionamiento físico o condiciones de gravedad cero.

Sarcopenia relacionada con la enfermedad. Asociada con insuficiencia orgánica avanzada (corazón, pulmón, hígado, riñón, cerebro), enfermedad inflamatoria o enfermedad endocrina.

Sarcopenia relacionada con la nutrición. Inadecuada ingesta dietética de energía y/o proteína, mala absorción de los alimentos, trastornos gastrointestinales o el consumo de ciertos medicamentos.

Etapas/estadios de la sarcopenia

Según el EWGSOP existen tres etapas/estadios de la sarcopenia:

Presarcopenia: hay una disminución de la masa muscular pero no de la fuerza muscular y el rendimiento.

Sarcopenia: hay una disminución de la masa muscular y de la fuerza o rendimiento.

Sarcopenia severa: hay una disminución de la masa y fuerza muscular y del rendimiento.

¿Cómo se diagnostica la sarcopenia?

Realizar un diagnostico de sarcopenia es difícil, ya que no hay un nivel absoluto de pérdida de masa muscular como medida de comparación. Tampoco hay una prueba clínica aceptada de diagnóstico. No obstante, en un estudio anteriormente comentado, establecieron dos desviaciones estándares por debajo de la media de un adulto joven saludable para definir sarcopenia.

El diagnostico de la sarcopenia está ligado a las medidas de masa muscular, fuerza y rendimiento. Según sea en investigación o en práctica clínica se utilizan unos métodos u otros. Nosotros sólo nos centraremos en los métodos de práctica clínica; para los otros y obtener más información sobre las debidas pruebas, clica este enlace:

Mediciones de la masa muscular: Bioimpedancia eléctrica (BIA en inglés; Bioelectrical impedance analysis), absorciometría de rayos X de doble energía (DXA o DEXA en inglés; Dual-energy X-ray absorptiometry) o antropometría.

Mediciones de la fuerza muscular: Fuerza de mano (en inglés; handgrip strenght). Mediante un dinamómetro de mano se mide la fuerza.

Mediciones del rendimiento físico: batería de rendimiento físico corto (SPPB; Short Physical Performance battery), velocidad de marcha habitual (Usual gait speed) o test de levantarse de la silla y andar (Get-up-and-go test).

Consecuencias clínicas de la sarcopenia

La disminución de la masa y potencia muscular está relacionado con una pérdida de independencia funcional, contribuyendo a la disminución de la velocidad de la marcha, capacidad de levantarse de una silla, de subir escaleras, aumento del riesgo de caídas y a fracturas, que en condiciones normales, seguramente no se producirían. Por lo tanto, se produce un deterioro de la funcionalidad.

Además, ésta pérdida de masa muscular y fuerza va debilitando a la persona, provocando que la proporción del esfuerzo requerido para realizar actividades de la vida diaria aumente, con lo que cada vez las actividades rutinarias van a costar más. La debilidad conduce progresivamente al desuso, apareciendo finalmente la discapacidad y la dependencia.

También aumenta el riesgo a la morbilidad. La sarcopenia puede contribuir al incremento del riesgo de enfermedades tales como la osteoporosis y la diabetes. Expresado de otra forma, la sarcopenia tiene importantes implicaciones fisiopatológicas que afectan a una gran variedad de órganos y sistemas (ej.: desequilibrios en el sistema inmune o hormonal).

Otra consecuencia de la sarcopenia es la afectación en la capacidad que tiene el organismo de regular la temperatura corporal en ambientes cálidos y fríos. Por un lado, en un ambiente caluroso, el descenso en la masa muscular se asocia con un mayor incremento de temperatura por Kcal/Kg de peso. Además, una menor masa muscular se asocia con un descenso en el volumen sanguíneo, que influye en la respuesta cardiovascular al ejercicio y al calor. Por otro lado, en un ambiente frío, la menor masa muscular se asocia con una afectación de la capacidad de aislamiento periférico de la termorregulación, aumento de la mortalidad y de la necesidad de institucionalización.

¿Qué podemos hacer para prevenir o revertir la sarcopenia?

Detrás de la sacopenia hay toda una serie de tratamientos que actualmente están bajo investigación, incluyendo la actividad física, las terapias nutricionales, las terapias andrógenas y otras estrategias farmacológicas y conductuales. No obstante, nosotros sólo nos centraremos en la actividad física y en la nutrición.

Por un lado, la actividad física se considera la mejor forma para prevenir o revertir la sarcopenia, y más concretamente los ejercicios de fuerza muscular. Son muchas las posibilidades que se plantean dentro de esta cualidad física, como por ejemplo: ejercicios con elementos en suspensión (TRX), entrenamiento con el propio cuerpo, programas de fuerza tradicional con pesas, discos y barras, entre otras posibilidades. Así que, siempre que puedas, acude a un profesional del ejercicio físico para que te aconseje sobre el tipo de programa y ejercicios que mejor se ajustan a tus características. Además, mantén un estilo de vida lo más activo posible.

Por otro lado, a nivel nutricional hay que tener en cuenta ciertas consideraciones en torno a este tema que trataremos más adelante en otro post.

Si has llegado hasta aquí, no me gustaría acabar el post sin comentar que, si ha sido de tú interés, vayas al siguiente enlace y leas el pequeño apartado: “Challenges of managing sarcopenia”, para entender porqué las recomendaciones en cuanto a ejercicio físico (y en menor medida sobre nutrición) son tan globales y abiertas.

Post escrito por Jordi Rabassa, entrenador personal de KOA Center Licenciado en Ciencias del Ejercicio Físico y del Derporte.

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